Después del descubrimiento de América por los europeos, los calabacines se introdujeron en Europa y otras partes del mundo, y su forma actual es el resultado de numerosas selecciones e hibridaciones que han sucedido a lo largo de los siglos.
Hay muchas variedades de calabacines y todos son los protagonistas de recetas buenísimas, como la Cocuzzella de Nápoles para los Calabacines a la Scapece; el Calabacín largo de Italia, que no puede faltar en todo minestrone local o los Calabacines Romanescos, siempre muy sabrosos y famosos por sus flores fritas.
Compuestos en gran parte por agua, los calabacines tienen una buena dosis de minerales y vitaminas y un contenido calórico muy bajo. Son bajos en sodio, refrescantes y de fácil digestión.
Por sus características están especialmente indicados para la alimentación infantil, tanto que se encuentran entre los primeros alimentos que se ofrecen en el destete de los recién nacidos.
En resumen, los calabacines sientan muy bien: ¡solo tienes que comerlos en todas sus formas!